jueves, 25 de octubre de 2007

Good times, bad times

Hay días que me levanto pensando en que va a ser una mala jornada y efectivamente lo termina siendo. No se si es una cuestión de azar o de mala predisposición, pero en determinadas situaciones siento que una fuerza extraña y poderosa condiciona mi mala racha. No se trata de un dios, ni nada por el estilo. Es algo pesado y denso que se mete entre mis pensamientos y se adueña de mí, de una manera sorpresiva. Esa fuerza hace que mis actos se conviertan en pequeñas acciones guiadas por la inercia fresca de los días nublados. Es una sensación extraña, porque durante el tiempo que dura la mala racha, creo ciegamente en que nunca me fue bien y que nunca me irá bien en nada. Suena un poco pesimista, pero eso es lo que siento.

Las cosas se rompen solas; parece que por donde uno pasa va trasladando esa mala racha y la dispersa en el aire, los perros nos ladran, la gente nos mira mal, hasta los vendedores se ponen de acuerdo para maltratarnos. Si el día estaba soleado seguro se larga a llover. Uno tiene un aura maligna que aleja las buenas vibras.

Las acciones tienen una importante carga negativa durante la mala racha, pero es sólo hasta que nosotros lo disponemos. Hay que hacer un esfuerzo y encontrar la poción que rompa el hechizo. En mi caso me sirvió una canción de Led Zeppelín, “Good times, bad times”, que sirvió de estimulo y me hizo pensar en la bipolaridad de la vida misma y en la ciclotimia caprichosa que rige nuestro destino. Y que va a ser…’Se la vie’, ya vendrán tiempos mejores.

sábado, 6 de octubre de 2007

Entre líneas


Tuve un encuentro con las raíces de mi árbol genealógico, con aquellas generaciones que de alguna manera me dieron vida y me marcaron en algún aspecto, porque sin su existencia no podría haber sido tal como soy. Si no hubiesen existido mis tatarabuelos, no hubieran nacido mis bisabuelos, y por lo tanto tampoco mis abuelos ni mis padres. Cada pequeño detalle determinó mi historia, nada sería como es hoy si no fuese por los actos de mi ascendencia; es una especie de efecto mariposa, que se proyecta en el tiempo y se traslada por las generaciones.

Me enteré que ellos fueron inmigrantes del sur de Italia, de la zona de La Rotonda. Uno era zapatero, otro comerciante; viajaron a Argentina y sentaron las bases de lo que sería una gran familia.

Mi bisabuelo, a quién no conocí, me hizo un llamado hace unos días. Fue extraño, sabía muy poco sobre él y en una conversación con mi abuela me enteré que teníamos muchas cosas en común. Sentí una enorme conexión. Me contaron que tenía un diario que se llamaba “El Cid. Periódico quincenal, una palabra pujante al servicio de la verdad”. Sin dudas, llevo parte de su oficio en mis genes, estudio periodismo y me gusta mucho escribir. Él también escribía poesías y tuve la oportunidad de tener en mis manos un original de un libro que iba a publicar. Lo leí y me vi reflejada en él. Sentí como si me lo hubiera dejado, sabiendo-sin saber- que setenta años después una bisnieta inquieta se emocionaría leyendo sus palabras.

Es increíble, porque leo y me proyecto en él y hoy lo conozco más que nadie. Sé que tuve un bisabuelo poeta, que tuvo un periódico y que me dejó su legado, que tenía algo guardado para mí, entre líneas.

Se llamaba José Lauría Sassone y ésta es una de sus poesías.


Soñador


Yo vivo enamorado del ensueño

Aunque todo al fin sea quimera.

Lo amo porque soy su dueño

Y porque brinda a mi vida primavera


A veces sueño con afanes imposibles

Sumido en el más dulce embeleso.

Mi alma hienchen los arpegios inasibles

De la música, los pájaros y el verso.


Tengo miedo de vivir la realidad,

Porque siempre mis caminos fui penando.

Todo fue para mi triste fatalidad

Dejadme, pues, vivir y morir soñando.