sábado, 17 de mayo de 2008

Conexiones (¿o sin exiones?)

La misma manía de auto interrogarme, la misma pregunta de todas las noches febrilmente filosóficas ¿Seré la única que piensa así?

Miro por la ventana, vislumbrando la gran ciudad oscura, con sus luces y sus ruidos. Me detengo en dos personas que caminan, y pienso ¿A dónde irán?, ¿qué será de sus vidas? ¿Serán amigos, novios, hermanos o simples conocidos? Ellos, ¿pensaran igual que yo?

Un sonido agudo me distrae momentáneamente. Respiro hondo, saboreo el aire.

Pero sigue dando vueltas en mi cabeza el interrogante… ¿cuántos seremos en total?

¿Quién más ve la vida como yo la veo?

Cierro los ojos y miro para adentro, buscando desesperadamente una respuesta. ¿Seremos muchos, los de esta especie?

La especie de quienes miran la vida a través de anteojos de colores, de quienes sienten el perfume de las flores por la calle y se detienen a observar los matices de un cielo plomizo. La especie integrada por los que vienen con una meta, por los que pelean en la cotidianeidad por reconocimientos mínimos, por realidades que al mundo entero le son ajenas.

-Si, debemos ser muchos- me digo a mí misma, en un efímero momento de claridad y conformismo.

Después de todo, me alegra pensar que nos vamos a encontrar, porque finalmente los caminos de las personas con intereses comunes convergen hacia un mismo lugar.

¡Qué alivio!

Los buscaré por las calles, por los diarios, en los cines y en las plazas. Algún día un viento fuerte y transparente nos unirá a todos. No lo dudo.

Somos muchos (y nos conocemos poco).