domingo, 15 de junio de 2008

[Miradas]

“Balconcito siempre abierto, por donde el alma se asoma”


Pupilas negras y frías envueltas en una capa de miel tibia. Miradas cruzadas.

Siento la tela de araña que se forma entre las miradas de todos nosotros.
Si las líneas de la dirección visual tuvieran color se formaría una malla de texturas diferentes.

Miradas intensas, febriles. Miradas intimidatorias. Miradas profundas y punzantes. Eternas imágenes congeladas.

Espejos, vidrios de distintas tonalidades se entrelazan en una conversación de vistas. Porque nos estamos viendo, y así nos decimos todo.

Los ojos sienten. Los ojos tienen sus propios sentimientos, sus propias emociones. Ríen y se entristecen con autonomía. Son cristales únicos, a través de los cuales vemos el mundo. Capturo imágenes, las filmo con mis ojos y las archivo. Tengo un álbum mental, miles de fotografías guardadas, pensadas y repensadas.

Sigo hablando con la vista. Están todos ahí, invitándome a mirarlos. Mis ojos quieren bailar, deslizarse por la sala al ritmo de un vals.

Reflejando a las personas, en el balcón de las pupilas, sobre la brisa breve que provoca el pestañeo, así se cruzan nuestras miradas. Danzarinas, seductoras, en busca de una respuesta rápida, de un parpadeo significativo que las conecte y así se fusionen por un segundo. Los ojos saben. Los ojos piensan.