domingo, 16 de noviembre de 2008

Dialéctica dicotomía













Un pragmático hippie posmoderno,
Una utópica y desordenada filósofa,
Un constante y movedizo amor.
Un solo mundo. Muchas historias.

--- cambio de escena ----
--- maquillaje y vestuario ----

Un artista matemático suma y resta los lunares de una deportista pueblerina.
Se miran, pero no se tocan

---- música de ópera ---
--- escenografía roja ---

Un despechado trabajador,
Una estudiosa joven de ojos oscuros,
Conectados, dentro de su desconexión.

---- afuera, la lluvia ---
---- adentro, calor artificial ---

Un bebé vulnerable,
Una madre inexperta.
Un amor maternal.

--- se cierra el telón ---
--- (no hay aplausos) ---

Quedan ellos dos, al desnudo…entre las bambalinas de una vida de esperanzas y noches en vela.
Quedan ellos, mirándose a los ojos, queriéndose implícitamente.
Los dos saben que cada uno esconde muchos personajes.
Son millones, auque parezcan dos. Aunque hoy se saquen las máscaras y se descubran eternos.
Porque están expuestos, pero no fingen. Hoy son sólo dos.

martes, 11 de noviembre de 2008

Facultando los días


Tardes de termo azul, de mates fuertes, o a veces lavados.
Charlas de pasillo, chusmeríos vagabundos que se filtran entre académicos discursos.
Miradas evaluativas, calificadoras. Conexiones imperceptibles.
Ideas utópicas, proyectos gigantes e inabordables que emanan de una mente pensativa que se distrae con el sol en la ventana. Mientras tanto, la disertación sigue. Pero pasan tantas cosas en el medio. Son dos horas, o veces tres, en las que por las cabezas de todos pasan ilusiones y desdichas.
Saludos por compromiso, saludos con timidez. Clásicos momentos de titubeo, cuando una pujante fuerza que sucita un saludo con la mano lucha internamente con el impulso de saludar con un beso, situación que se transforma en un balanceo bailarín que hace que ambos se sonrojen y digan simplemente “hola”.
Cuadernos manchados, biromes prestadas, bancos incómodos. Pensamientos ajenos, debates inconclusos.
Al final de cuentas, es lo que elegí. Y no me arrepiento.
Me gusta, mi vorágine me gusta.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Historias de tren III

Ellos se veían cada tanto, pero algo atravesaba todos sus actos, hasta los más mínimos: el desencuentro.
A trasmano, así vivieron su relación.
Cuando ella iba, él venía; cuando él la buscaba, ella se perdía. A veces se chocaban y se miraban fijo, disfrutaban del cara a cara, pero la sensación de saber que pronto se volverían a desencontrar los angustiaba. Cuando ella lo llamaba, él justo salía.
Siglos estuvieron así, navegando por la vida con la certeza de que en algún momento las fuerzas se iban a alinear para que el encuentro surja. Y surgió, irradiando vida, amor y sensatez. Fue un enero, en el que coincidieron en un tren y allí se quedaron para siempre, viajando en el tiempo y en la eternidad.