
¡Valga!, ¡redundemos!, ¡repitamos!
Seamos tan obvios y reiterativos que nos cansemos de pronunciar las palabras.
¡Gritemos, expresemos, vivamos!
Qué valga…
La redundancia en el amor,
La repetición de la música intensa,
La vuelta a los recuerdos, los sabores y las fragancias…
Digamos las cosas una y mil veces.
Hagámonos escuchar, aunque sea hoy.
Aunque nuestras voces no salgan de estas cuatro paredes, aunque la sociedad sorda no quiera oírnos, gritemos, hasta que nos duela la garganta.
Gritemos, porque estamos vivos, y eso alcanza.