jueves, 28 de febrero de 2008

Eclipse lunar

Ayer contemplé las estrellas y me cuestioné sobre la existencia humana.

Vamos, venimos, trabajamos, estudiamos, nos formamos, nos informamos, vamos al psicólogo, estudiamos idiomas, competimos, nos enamoramos, jugamos a la lotería, intercambiamos billetes, coleccionamos estampillas…

Pero, en definitiva… ¿qué importa de todo eso? Si somos un punto en el infinito universo, si somos como una pulga en un gran animal que contiene en él millones de sistemas solares.

En el juego del espacio no importa como cerró el MERVAL en el día; no importan los protocolos ni las relaciones diplomáticas, no tiene importancia la cotización del dólar ni el titular de un diario matutino.

Claro que si todo se resumiera en esa simple ecuación no tendría sentido la vida, pero sirve de vez en cuando cuestionar algunas de las acciones que nos parecen tan naturales y que en cierto modo son absurdas.

Me tranquiliza pensar que somos un insignificante pedacito de un gigantesco manto oscuro e interminable. Cuando reflexiono sobre eso, los problemas parecen minimizarse.

Aunque la vida no es sencilla, creo que ninguna de las cosas que nos suceden en nuestras pequeñas rutinas tienen impacto en el universo y al final de cuentas, nada es tan necesario para la existencia humana como la luz del sol; todo lo demás hoy me parece relativo.

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